El Orientador/a Familiar en el Sistema Educativo

 

Por: Italo Araya Palominos

Orientador Familiar mención Relaciones Humanas

 

            Desde el origen de la carrera de Orientación Familiar, ésta se ha insertado en el ámbito educativo, ya desde los modelos Españoles que definían el trabajo de un Orientador/a Familiar como “la labor de ayuda a los padres de familia para que éstos sean capaces de hacer mejor lo que, en muchos casos, ya están haciendo bien: educar a sus hijos” (Otero 1976, Pág. 9), hasta el enfoque originado en nuestro país en el año 63 cuando comenzó a impartirse nuestra carrera, en que principalmente “se dirigía al trabajo con niños y adolescentes con trastornos de conducta y mal rendimiento escolar” (Contreras, Patricia; Sagredo, Rosa; 2006, Pág. 38).

            Son muchas las experiencias que avalan la intervención del  Orientador/a Familiar en el sistema educativo y que dan cuenta de una necesidad urgente y creciente de formalizar la labor que ya es realizada por muchos Orientadores Familiares a lo largo de todo el país, definiendo su cargo con un rol y función específicas y que lo diferencian del orientador educacional con que ya se cuenta en muchos establecimientos educativos, que generalmente son profesores con un curso de especialización en el área específica de orientación vocacional.

Hablamos de inserción en el sistema educativo, puesto que el Orientador Familiar puede intervenir en todos los niveles: preescolar, escolar básico, medio y educación superior, ejecutando labores de docencia, investigación, prevención, psicoeducación y reparación; por medio del acompañamiento de procesos de desarrollo personal, familiar, grupal y comunitario, que parten de la emoción y la interrelación de las personas con el objeto de buscar nuevas pautas de comportamiento y con ello una mejora en la calidad de vida, lo que impacta directamente en el proceso educativo y en el desarrollo psicosocial de los niños,  niñas y adolescentes.

Debido a las habilidades propias y particulares de la profesión, cada Orientador Familiar es un recurso indispensable para las instituciones de educación, sobre todo en el marco de la reforma educacional, que busca propiciar una educación de calidad y el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes; objeto que sólo se logra si la persona, en este caso los usuarios del sistema educativo, obtienen las herramientas, habilidades, competencias, aptitudes y actitudes, a través del acompañamiento personal, grupal o familiar, necesario para abordar los procesos personales de maduración, que les permite insertarse y relacionarse de forma óptima en el contexto social.

Para la mayoría de los establecimientos educacionales, la incorporación de un Orientador Familiar resulta una innovación en el modelo educativo, puesto que ofrece una mirada particular que abarca la comunidad educativa como un todo interrelacionado, de modo que intervenga no sólo desde el síntoma, sino desde la mutualidad operante dentro del sistema y ambiente de cada institución educativa, proveyendo con ello una oportunidad para mejorar la calidad de vida personal y comunitaria de los usuarios[i] del sistema educativo. Esto responde significativamente a las orientaciones actuales sobre convivencia escolar que busca la conformación de equipos interdisciplinarios “donde cada profesional contribuya desde la especificidad de su disciplina, poniendo a su disposición su experticia” (Educación 2015, 40).

La familia y la intervención familiar, es un punto clave en la experticia del Orientador/a Familiar, siendo ésta la principal responsable en el proceso educativo de los niños, niñas y adolescentes, sin embargo no debemos dejar de considerar que son muchos los estímulos ambientales y socioculturales a los que se ve expuesta y que influyen indefectiblemente en su labor como entidad educativa, es por esto que necesita de un acompañamiento transversal e interdisciplinario, que oriente y colabore en la adquisición de habilidades y herramientas que le permitan ejercer su rol educativo con la máxima efectividad,  ante lo cual, el Orientador/a Familiar se torna en un articulador de redes y parte importante de los equipos transdisciplinarios de intervención y apoyo psicosocial.

La mayor ganancia para los establecimientos educativos cualquiera sea el nivel que atienda, está en que el Orientador Familiar no se enfoca en una parte o situación particular, más bien, fijándose en el universo de la comunidad educativa atiende las necesidades particulares de los usuarios del sistema educativo, cooperando con ello a favorecer el bien común, la sana convivencia por medio del buen trato y el desarrollo personal, de modo que cada persona tenga un ambiente propicio para realizar el proceso de aprendizaje y educación de forma óptima.

Son cada vez más las instituciones de educación que incorporan a los Orientadores Familiares en sus equipos multidisciplinarios, beneficiándose de los conocimientos y habilidades que les son propias y específicas, que han generado un gran y positivo impacto con sus intervenciones; al mismo tiempo, existen otras muchas instituciones que aún no se han visto beneficiadas con este tipo de intervención y a las cuales urge dotar con un profesional de la Orientación Familiar.

Bibliografía

Contreras, Patricia; Sagredo, Rosa;. Orientación Familiar, una tecnología social para tiempos de cambio. Primera. Editado por María Fernanda Castillo. Santiago: Pearson Educación de México, 2006.

Educación, Ministerio de. Política Nacional de Convivencia Escolar 2015/2018. Santiago: División de Educación General, Equipo de Unidad de Transversalidad Educativa , 2015.

Otero, Oliveros F. ¿Qué es un Orientador Familiar? Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, 1976.

 

[i] Como Usuarios del sistema escolar entendemos Estudiantes, Padres y Apoderados, Profesores, Asistentes de la Educación (Profesionales, Administrativos, Auxiliares), Directivos, Sostenedores.