¿Podremos erradicar la violencia con nuestra energía femenina y amorosa?

Reflexión desde la orientación familiar feminista

Por: Alejandra Arancibia Vicencio

Orientadora Familiar – Mediadora Familiar inscrita en el Registro Nacional de Mediadores de Chile – Fundadora del Centro Sanar

A veces me detengo y me lo pregunto: ¿será posible erradicar la violencia contra las mujeres desde el amor, desde nuestra energía femenina, desde esta fuerza tierna y profunda que sostiene la vida?

Me lo pregunto especialmente cuando acompaño a mujeres que han decidido denunciar. Cuando estoy con ellas en ese camino que no solo es doloroso, sino que también es profundamente injusto, solitario y agotador. Porque la violencia no termina con la denuncia: muchas veces recién ahí comienza otra forma de castigo, de silencio, de sanción social.

En este trabajo —que es también mi camino de vida— he aprendido que la energía femenina no es sumisión. Es una fuerza creadora, ancestral, espiritual, que nos permite nombrar lo que duele y al mismo tiempo construir otros mundos posibles. No es una energía débil. Es la que sostiene la vida cuando todo se derrumba.

Recuerdo algo que dijo el Papa Francisco, que resonó en mí: que era necesario devolverle el poder a las mujeres para que volvamos a estar en armonía. Más allá de las contradicciones de su figura, esa frase me hizo sentido. Porque lo que nosotras hacemos —desde los círculos de mujeres, desde el acompañamiento terapéutico, desde la memoria del cuerpo y del territorio— es precisamente eso: devolvernos poder. Devolvernos palabra. Devolvernos dignidad.

Mi trabajo como orientadora y mediadora familiar es acompañar a mujeres en procesos de sanación que muchas veces el Estado ni siquiera reconoce. Acompañarlas a denunciar si así lo deciden, a resistir la revictimización institucional, a sostenerse cuando el entorno las culpa o las abandona. Y también a reconstruir la vida después de la tormenta.

No tengo la respuesta definitiva. No sé si veremos la erradicación total de la violencia en esta generación. Pero sí sé que cada paso que damos, cada red que tejemos, cada acto de acompañamiento amoroso, es una grieta en el muro del patriarcado.

Y yo elijo seguir agrietando el muro.

Alejandra Arancibia Vicencio, Orientadora Familiar titulada en la Universidad de Los Lagos, con postítulo en intervención en violencia intrafamiliar y abuso sexual infantil en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Inscrita en el Registro Nacional de Mediadores del Ministerio de Justicia y líder del Centro Sanar en Quillota, espacio terapéutico que acompaña a mujeres, niñeces y familias desde un enfoque de memoria corporal, justicia feminista y reparación comunitaria.

Ha participado en la formación de redes de sobrevivientes, como la Red de Sobrevivientes Ancestrales Feministas de Abya Yala, que articula encuentros, talleres y espacios de sanación para mujeres que han vivido violencia sexual y post-denuncia. Desde 2019, ha facilitado espacios de formación en herramientas de orientación familiar, justicia restaurativa feminista, crianza respetuosa, y reparación desde el cuerpo-territorio.

Ha colaborado en talleres comunitarios en diversas comunas, incluyendo jornadas con profesionales de la educación y la salud, encuentros de sobrevivientes en Chile y el extranjero, ha sido parte del Festival FESMIT, del programa municipal de mujeres en Padre Hurtado, y del evento conmemorativo del 8 de marzo en Quillota. Todo su trabajo lo ha realizado desde la autogestión, el compromiso ético y el profundo convencimiento de que la transformación es posible.

Orientación Familiar
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